miércoles, 12 de enero de 2011

VULCANO

Lascivo Señor,
con el poder de un millón de volcanes en la voz.
Hermosa deidad,
afortunado hijo de Mater Matuta.
Me corrompes con el dulce aroma de la menta
que emerge del delicado sahumerio que acercas,
ad infinitum,a tus labios.

Tus labios.
Tu boca.
De la que nacen certezas
que perturban lo que he negado
y siempre he sido.

Tu boca.
Tus labios.
Suave tortura
que despertó mi erotismo
gélidamente dormido por eones.

Y no comprendo,
cómo es que siendo tu otro yo,
gemelo cósmico,
no logro desentrañar
el camino hacia
tu hedonismo.

Porque has puesto una barrera
entre tu divina magnificencia
y mi pequeño ser mortal…

¡Aliméntame gran Vulcano!
Dame el calor que me ha sido negado.
Abrasame en tu fuego
Y transforma mi nívea piel
en el color de la corteza que eternamente te envuelve.

1 comentario:

Gerardo Andersen dijo...

¿Quién es ese Vulcano que desata tanta pasión en ti, hermosa? Es un dios afortunado de recibir tus palabras.