lunes, 14 de febrero de 2011

CASTILLO DE NAIPES

Los intrincados caminos
y las piezas del juego
hablan de lo que debería ser...

Pero la realidad
se mueve hacia ambos lados.

Sueño
y el reflejo del sol en tus ojos
me despierta
de la pesadilla
de no tenerte.

Sin instrucciones
busco a la deriva el camino 

que me conduce hasta tu cuerpo
(que aún en la lejanía)
me corrompe
con sus suaves deseos.

Que me hace sudar
(¿dudar?)
y vuelve mis noches un infierno
en soledad y desesperación.

Me pierdo
en los sonidos distantes
de aullidos de perros
de países lejanos.

El negro de la tinta
llena mi espíritu,
y el verde de las hojas del girasol
me lleva a
los balcones de tu entorno,
siempre un paso
tras de ti.
Solo observándote...

Es cuando en las blancas paredes
de mi acolchada habitación,
te recreo cerrando los ojos.

Apareces invadiendo
mi otra vida,
la que ya existía
(¿se extinguía?)
en este frío y solitario
castillo de naipes.

Flotando, errática.

En tus largas ausencias.
Aterrizando a tu llegada,
acudiendo a mis desesperados gemidos.
Ávida de placer,
mi dulce caballero
que se ha quedado dormido...

1 comentario:

Gerardo Andersen dijo...

Un castillo de naipes. Efímera construcción. Así creí que era el amor antes de conocerte, hermosa. Ahora ya no puedo decir con certeza si es un castillo de naipes o una fortaleza de concreto.