lunes, 14 de febrero de 2011

AMOR

Nos correspondemos con ternura,
con un amor inocente
aunque jamás infantil.

Miro tus limpios ojos negros,
profundos como la noche
en que te conocí.
Luminosos como mis días
desde que tu hermosa presencia
llegó hasta mi.

Archivo el ayer
en el olvido;
el dolor del pasado,
ya no lo necesito.
Hoy sobran razones
para ser feliz.

Ya no sobrevivo,
no lo haré jamás,
dejé de estar
tan solo como espectadora
de la película de mi vida
y por fin, gracias a ti,
ahora vivo, soy.

2 comentarios:

Gerardo Andersen dijo...

¡Cuanta intensidad! ¡Qué delicia leer tu poesía! Espero que algún día me hagas el honor de leer la mía, hermosa.

Efraín Caldera Noriega dijo...

bellisimo