martes, 24 de mayo de 2011

PANTALONES ROTOS

Los pantalones de mezclilla rotos, se pusieron de moda por allá de 1990 (el milenio pasado). Usarlos, era una forma contestataria de vestir. Era decir NO a lo que mami siempre nos dijo: "Y no rompas los pantalones, porque pareces hijo del basurero".

Para mi generación, ya no era suficiente usar la anteriormente satanizada mezclilla que ahora se pintaba de colores. Nosotros fuimos más allá: Rompimos las reglas y nuestros pantalones de mezclilla. Recuerdo haber visto a mis compañeros de escuela, tallar levemente donde ya se estaba formando un agujero, para lograr el tan anhelado objetivo: Andar a la moda con un pantalón de mezclilla roto. Aunque pudorosamente, usabamos un short de likra negra para que no se vieran nuestras miserias. En lo personal, yo los prefería usar los días en que específicamente tenía clase de danza (¡Ay, mi amado CEDART!). Así las mallas rosas de ballet, hacían aún mas rebelde el asunto: A primera vista, parecían que era mi piel y eso, entre otras cosas, era una clara incitación al pecado...

La primera vez que usé pantalones rotos, sinceramente fue porque los casi-nuevos estaban sucios. No tenía nada más que ponerme, porque siempre fui de las que se compraban pantalones hasta que se acababa los anteriores y si, lo acepto, tuve que sacar LITERALMENTE los pantalones rotos de la basura. Es que en ese tiempo, no tenía el terror a los gérmenes que me caracteriza hoy. Me sentí libre y un poco pícara: Gracias a la herencia, mis muslos son un poquito regordetes y siempre rompo los pantalones de la entrepierna. Esa rotura, obviamente, se va a todo lo ancho del pantalón y termina justo al otro lado de la entrepierna: O sea, pa que me entiendas, se me ve la nacha...

Durante muchos años, me anclé a ese tipo de moda. Para usar los mentados "pantos rotos" experimenté toda clase de aditamento para quer no se me viera (la naylon): Desde los boxer de hombre, que abandoné en el clóset porque de no hacerlo, mi mami no dejaría jamás de decirme: Si vas a usar calzonzotes, mejor ponte bloomers, que esos si son de nena; hasta una gran mascada de mi mamá puesta como si fuera un pareo. Así se cubría un poco la rotura y me veía aún más underground (Si, lo acepto, fui grunge y es algo que superaré gracias a que no hay fotos y ya nadie más lo recuerda).

Pero después, crecí y maduré... Bueno, bueno. Me hice más vieja y tuve que buscar un empleo. Y los pantalones rotos se fueron al olvido. Ya no eran parte del estilo de vida oficinista de Las Lomas que tenía. Además de que de lunes a Viernes, usaba uniforme y pues ya no tenía oportunidad de ponerme los pantalones rotos que se comenzaban a ver un poco... ¿Cómo decirlo? ¡¡Cero nice!!

Hace un mes, precísamente, mis pantalones de "mezcla" se comenzaron a sentir cansados, desgastados. Ví con cierta simpatía, que mi uniforme de trabajo se estaba convirtiendo en algo parecido a aquellos pantalones rotos del ayer y me dije a mi misma. ¿Por qué no? Hace tres días y sin avisar, mis pantalones de mezclilla del trabajo, se convirtieron oficialmente en "pantos". ¡¡Sii!! Qué alegría, que placer me causó su nacimiento Newtoniano (porque se rompieron justo en la segunda ley de éste sabio personaje). Con la nacha al aire, orondamente caminé por las calles de Colima. Volví a ser joven, a estar a la moda. Qué bueno que ese día en lugar de la acostumbrada tanga, previsoramente me puse mis calzones de abuelita, que si no... Pero después de media hora, mis muslos gorditos hicieron de las suyas y comenzaron a enrojecerse con una sensación de ardor... ¿Que no entiendes que pasó? Pues que me rocé. Comenzó como un dolorcito leve, soportable. Y cuatro horas despues, porque todavía faltaba el turno vespertino del trabajo, llegué a mi casa como vaquero recien bajado del caballo. ¡Ah jijo! No me ardía, me recontra quemaba y ni la super encremada y entalcada que me di, me sirvió para maldita la cosa. Y lo peor fue al día siguiente, cuando enfundada en mi likra pa evitar la "rozación", tristemente tuve que ponerme el pantalón nuevo (la costumbre de "hasta que se rompa el viejo", no se me ha quitado). ¡Naa que! Mentira. Ni tan peor. Gracias a la likra de ciclista (lo UNICO que tengo de ciclista, creanme), me gané el delicioso piropo de "esa mi langosta" (por lo de toda la carne en la cola). ¿Nunca han visto una likra de ese estilo? Tienen unos cojincitos en el área posterior para que no se sienta feo sentarse en el mini asientito...

Así que hoy, ya curada de mis dolencias y para no perder la ancestral costumbre, le dije a mi pequeña hija despues de reacomodar por millonesima vez la ropa de su clóset: "M'hija, yo creo que ya vamos a tirar esos pantalones. Comienzas a parecer hija del basurero".

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