jueves, 25 de agosto de 2011

LIMÓN Y COCO RALLADO

Corrí escaleras arriba
para llegar al encuentro del amor verdadero.
Aquel que te alimenta y convierte
lo mismo en un ser angélico que bendice el día a día,
que en un demonio de furia incontenible.

Y sin esperar una reacción,
me besaste con esos labios dulces,
de sabor a limón relleno de coco rallado.

Y me cubriste con un abrazo tierno y fuerte, amoroso y blanco.

Al cabo de unas horas, preguntaste ¿A que sabe tu sexo?
Yo solo pude responderte:
Dicen que sabe a mar. A atardecer en la playa.

Pero no te fue posible,
con tus labios de limón y coco rallado,
probar el sexo que fue hecho hace 38 años
exclusivamente pensando en ti.

Así que con un mundo de por medio,
sólo quedó responder a tus deseos cómo un animal sumiso
y entre sábanas prestadas
dejarte arremeter en mis entrañas…

miércoles, 10 de agosto de 2011

PAUSA

Para Gustavo Ceratti

Te sigo esperando.
Y no se,
no entiendo qué es lo que sucede que no regresas.

Quizá sea que estas recobrando fuerzas para seguir.
Quizá me sueñas en este momento.
Quizá todo éste amor que siento llegue a ti de algún modo.

Solo se que necesito verte de nuevo en pie,
escucharte.
Sentir que no me has olvidado.
Que no te has olvidado de quién eres.
Regresa Gustavo...

FLIRT (POESÍA A DUO CON GABO DI ROMO)

¿Flirt o provocación directa?
Ud. no tema... Sólo muéstreme un poco de sus suaves palabras...
¿Suaves? ¿Cómo un beso largo en una despedida que es un hasta luego? o ¿Suaves cómo una caricia sucinta entre dos seres que, sin conocerse, la desean y la buscan propiciando ese dulce momento?
Suaves como la caricia de 2 seres que la desean... Suaves como el templado viento que recorre la espalda cuando le niegas el paso a las prendas para que adornen tu piel. Suave como el aroma de una mujer que te quiere cerca aunque lejos estés...
Entonces que sean suaves y lentas. Qué las palabras sean cómo caricias y me lleven al cielo, al deseo. A tu entrepierna. Que pueda recorrerte con los cinco sentidos, para que quede una huella imborrable del suave momento en que nos conocimos.
Que los sentidos nos eleven al universo del deseo. Que nos permita conocer nuestros deseos. Que nos hablen de ternura, para que entendamos la pasión. Que me lleven a su templo a conocer el tesoro del amor y hacerlo dejando esa huella, marcada por la noche que terminó en día.
Noche larga de facetas: Dulce, suave, desgarradora. Noche que nos pide no dormir y si yacer. Yo entre tus brazos y tú, entre mis piernas. Abrazando, abrasando... Quemando todo a nuestro paso. Haciendo de la cama un lecho ardiente en el que el deseo nos obligue a pecar, si es que el pecado existe. Si es que lo quieres probar...
Probaré hasta la última gota del dulce liquido que pecado por nombre lleva. Sentiré el fuego de su interior y lo hare propio. Veré su rostro mirando hacia el universo y recorreré todos los caminos de su cuerpo con mis manos. No dejaré que se escape un solo silencio. Aprovechare mis tersas palabras para terminarlas en su oído y así su pregunta quedara contestada...
Deberán ser muchas respuestas, ya que mis anhelos también lo son. ¿Cuánto esperar para tenerte? ¿Cuánto rogar por un beso tuyo? Cada segundo es un martirio, cada segundo de saberte del otro lado, utópico, el sueño de mi vida, hecho realidad.

domingo, 7 de agosto de 2011

RURAL

Admiremos el campo. Las ciudades que se encuentran cerca de él, siempre son las más bellas. Las más verdes. Las que conservan el sabor a pan casero y a hogar. A tradiciones enraizadas en lo más profundo de sus árboles y a leyendas. Que son las mismas que en otros lugares, pero que son especiales porque siempre le sucedieron a alguien que conoce a alguien que nos conoce a nosotros.

En una de esas ciudades, encontré el amor verdadero. Es un pequeño lugar que se dedica a la siembra de los ingredientes básicos para hacer salsa: Jitomate, cebolla y chile. Un sitio en donde se hacen tortillas de mano y se vive en paz y armonía. Un pequeño rincón michoacano donde se puede ser feliz.

Llegué a ese lugar, huyendo del mundo de gente que te abruma en la gran ciudad. Quería una nueva vida, en la que podían incluirse gallinas, un pequeño huerto familiar, un perro y un gato. Lo que todo escritor debe tener para ser feliz. Así pasaron dos meses de tranquilidad y espera de que algo sucediera.

La felicidad que me prodigaban mis mascotas, nunca cubrieron totalmente la necesidad de un amor cómo el suyo. Hacía falta algo. Quizá conocerle. Y pasó mucho antes de que lo que me habría gustado. Llegó a mi vida de repente, con la voluntad que hasta hoy nos hace tener de vez en cuando ciertos conflictos, aunque su ternura me ganó de inmediato. Quisiera decir cuánto le amé desde ese día, pero las palabras no son suficientes. No existe nada igual a esto que sentí desde el primer momento en que vi su cara. Supe entonces que nunca antes había amado. Que todo lo que sentí fue algo que éste nuevo amor superó en todas las formas posibles.

Me entregué por completo. No por obligación ni porque fuera lo que tocaba hacer. Me entregué y me entrego por convicción, porque su amor es real, ilimitado, sincero. Porque a cada momento sigue haciéndome ver lo importante que es en mi vida. Lo mucho que le necesito para crecer.

Daría mi vida por defender la suya. Porque lo merece y porque así lo decidí. Es por eso que una mañana de julio, tuve que dejar mi casa, la pequeña ciudad rural que elegí para estar el resto de mis días. Una vez más, huí de un sitio que no era el correcto. Pero en ésta ocasión, lo hice por amor. Por el amor tan grande que ésta persona me hace sentir.

A veces regresamos al lugar dónde nos conocimos. Esa pequeña ciudad de campos y arado, de establos, de niños que juegan en los canales de riego, de domingos en la plaza. Recorremos con lentitud las calles que nos vieron desde el día en que nos conocimos. Observamos los cambios que sufre nuestra ciudad y de la mano, visitamos a la gente que nos conoce bien y nos ha visto disfrutar de nuestro amor.

Es tradicional, casi institucional, comer tacos en el mercado. Tomar un raspado en la plaza, esperar que por las tardes pase frente a la puerta de nuestro hogar el señor de los tamales. No tenemos teléfono y tan solo se pueden ver dos canales de televisión. Así de alejada está esa ciudad rural. Pero somos felices. Todo el tiempo que pasamos en ese pequeño lugar, lo somos. Disfrutamos al máximo nuestra compañía, porque ese pequeño lugar, nos da fuerzas para seguir cuando lo dejamos para continuar con nuestras vidas en la otra ciudad, la que nos adoptó después de que dejamos Michoacán.

Y no puedo dejar de agradecer al Creador, por haberme hecho conocer el amor verdadero. El que encontré en esa pequeña ciudad rural una madrugada de 6 de enero, el día en que nació la persona más importante de mi vida: Mi hija, mi niña. Mi princesa Scherezada.

martes, 2 de agosto de 2011

AQUI Y AHORA

¡Aquí y Ahora te quiero!
Porque eres una parte muy bella de mi Aquí y mi Ahora.
Aquí y Ahora, eres mi pareja.
Aquí y Ahora me complementas,
me hacer ser y sobre todo,
me das fuerzas para estar Aquí y Ahora.