sábado, 13 de octubre de 2012

JUAN CARLOS

Llueve
Tus ojos lloran lágrimas de desconsuelo.
De saber la verdad
ahora que te encuentras en el más allá.

Pero no te preocupes.
Nosotras las recibimos cómo una bendición
que hará crecer esas flores que tanto amabas
y las parotas de éste tu suelo.
En ellas seguirás viviendo.
Porque quien muere, no se va por completo.

Y allí estaremos siempre,
velando por que no sean mancillados tus sueños,
que el ayer no se olvide
y la imagen prevalezca.
Esa es la promesa, amado nuestro.

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