martes, 6 de octubre de 2015

UNA CAMA

En tus noches,
que son mis días,
deseo que me sueñes, me tengas presente.

¿Cuántas veces he querido
amanecer junto a ti,
en esa tu cama
que es para dos,
como la mujer en quien ansío convertirme?

Aquella que sacia tu mente
y seca tu piel a besos.
Y vuelve a humedecerla con caricias.

La que despierte
entre nuestros libros,
el color de las pinturas de la pared
y tus brazos; con ganas de amor.

La que vela
tu febril estancia
en esos mundos perversos
de frío intenso.

Pero sobre todo,
la única que te haga sentir
que vale la pena estar aquí.
Compartiendo el café de la mañana
y los besos de buenas noches,
antes de ser uno.
En el mismo cadencioso espacio de tu cama,
que es nuestra.

A pesar de nunca antes habernos tocado
más que con el aura y el deseo.

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